PRETTY PINK
JUAN PALOMARES
Juan Palomares pinta cuadros enormes. Muy enormes. Han de serlo, para permitirte entrar en ellos y cruzar al otro lado del espejo, un espejo de feria curvado que te lleva a un país de las maravillas distópico poblado de Alicias deformes, gelatinosas, casi líquidas, pero insultantemente bellas. Bienvenidos a “Pretty Pink”.
Juan Palomares es un esteta voraz. Ya en “Cuerpos al Descubierto” (La Fresh Gallery, 2011) avanzaba su interés por la plasticidad del cuerpo y los límites del deseo. La belleza normal no le satisface, y entonces investiga, busca y crea. No destroza los cánones al uso – después de todo, hay mucho de clásico en su obra-, pero los pervierte y manipula hasta que son lo que el quiere que sean, reescribiendo las convenciones para darnos una visión fresca y perturbadora de lo que nos mueve por dentro: la Nueva Belleza Palomares, marca registrada. (Nota: Estirar, comprimir, doblar, retorcer. Articulaciones dislocadas, posiciones anatómicamente imposibles. Pómulos de zombie, ojos de Candy Candy …Y ese tono extraño en la piel.)
Belleza, sí pero también sexo. Todo en “Pretty Pink” rezuma erotismo – un erotismo distinto, si quieres, pero de alto voltaje. Las chicas de catálogo de Palomares se abren para ti, responden a cada una de tus filias, se construyen en base a las casillas que marques. Todas se parecen pero ninguna es la misma. Y una de ellas, precisamente ésa, es la tuya, la que llena tu imaginación y despierta tus instintos. La que tú has creado con tus elecciones.
Juan meramente transcribe tus deseos al lienzo con su técnica delicadísima y te los ofrece sobre un fondo inevitablemente rosa. Como el sexo. Pero hay algo más: esos ojos inmensos, ojos que tardarías un día entero en mirar, son ojos tristes. Una tristeza infinita que delata el sufrimiento interior de estas chicas de catálogo. La delgadez extrema, los miembros retorcidos, no son mas que disfraces con los que ocultar el dolor que conlleva la superficialidad de su belleza. Posar desnuda no es un problema, el problema es esconder el alma rota en mil pedazos por una soledad abrumadora. ¿Perversión o diversión? Palomares no da pistas. Tampoco busca provocar.
Él es un mero reportero cargado de imágenes de otro mundo donde ser normal no tiene sentido alguno. Su pincel exquisito sólo plasma lo que sus ojos han aprendido a ver. Eres tú el que decides si lo que ves te golpea en el estómago o te acaricia el bajo vientre. Puedes caer rendido de amor o rechazarlas, pero no vas a quedarte impasible. No te dejará. Porque Juan Palomares pinta cuadros enormes. Mucho.
Tente Bañon, Febrero 2014.
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